Son muchos los trabajadores que día a día se exponen en sus puestos de trabajo al ruido. El ruido es un agente físico que puede acarrear más problemas de salud de lo que podemos llegar a pensar en un primer momento.
El principal problema al que nos enfrentamos como consecuencia de una exposición continuada al ruido es la pérdida de audición. Y es que, lo niveles elevados de ruido provocan la destrucción de las células ciliadas del oído interno. Estas células se van destruyendo con la edad, es un fenómeno natural, pero si las exposiciones son prolongadas en nuestro día a día, el proceso puede acelerarse drásticamente. Como sucede por ejemplo en el caso de los trabajadores forestales, donde el uso de motosierras y otras máquinas hacen necesarias el uso de orejeras.
Si tomamos como referencia la normativa, el Real Decreto 286/2006 fija en los 85 dB (A) el nivel de presión sonora a partir del cual es obligatorio el uso de protectores auditivos para aquellos trabajadores que se expongan al ruido.
Para escoger las protecciones auditivas correctas en el puesto de trabajo, debemos tener en cuenta las características del trabajo que hay que realizar, su ambiente de trabajo y las características del operario, de este modo se tendrá toda la información necesaria para encontrar la protección más adecuada a cada situación.
En este sentido, por ejemplo, se debe dar las condiciones de humedad y temperatura adecuadas para elegir entre el uso de tapones auditivos u orejeras, ya que las orejeras podrían suponer una carga ergonómica adicional en situaciones donde la temperatura y humedad relativa del lugar de trabajo fuesen elevadas.
Por ello, será fundamental que se formen e informen a los trabajadores en el correcto uso de los EPI, como establece el RD 773/1997. Y es que, por ejemplo, algo tan sencillo como colocarse un simple tapón auditivo se hace mal, muy pocos trabajadores saben que deben elevar la punta de la oreja antes de introducir el tapón
La concienciación también es fundamental. Hay que insistir a los trabajadores del uso de los protectores auditivos en todo momento mientras estén expuestos al ruido.
Además, el ruido no solo provoca la pérdida de audición, sino que también incrementa los niveles de catecolaminas en sangre, provocando aumento de la frecuencia cardíaca, vasoconstricción periférica, aumento de la presión arterial, alteraciones en el tracto digestivo, alteraciones en el sistema inmunológico y un largo etcétera.