La importancia del ajuste en la protección auditiva

Hoy queremos abordar la importancia de usar un equipo de protección que nos permita sentirnos cómodos y a gusto, y que se adapte completamente a nuestra anatomía. Y es que, un equipo que no se ajuste a la persona puede llevar a que se use mal o directamente no se utilice. Además, existen tipos de EPI cuya funcionalidad depende de un ajuste hermético entre la fisionomía de la persona y el EPI, como la protección auditiva y la protección respiratoria.

En este sentido, es importante llevar a cabo métodos y programas dentro de las empresas que identifiquen los parámetros que harán que el EPI se adapte a los usuarios y que establezcan sistemáticas de trabajo para asegurar que sea así.

Ajuste en la protección auditiva

Entre las enfermedades profesionales con mayor incidencia, destaca la hipoacusia. Según los datos de la Agencia Europea de Salud y Seguridad en el Trabajo, esta enfermedad “ocupa aproximadamente una tercera parte de las enfermedades de origen laboral, por delante de los problemas de la piel y del sistema respiratorio”.

Además de la hipoacusia, la exposición al ruido en el trabajo causa otros efectos, como el aumento de los niveles de estrés y/o de la tensión arterial.
El uso de la protección auditiva puede ser una herramienta eficaz, siempre y cuando se adapten a las condiciones de la tarea, al trabajador y se utilice según lo indicado por el fabricante.

El artículo 5, apartado b) del Real Decreto 773/1997 sobre utilización de EPI por parte de los trabajadores se destaca que deberá “tener en cuenta las condiciones anatómicas y fisiológicas y el estado de salud del trabajador”.

En el caso de la protección auditiva, el ajuste entre el protector auditivo y la anatomía de la persona es lo que va a llevar a que sea hermético, algo que está dificultado por la gran variabilidad de las fisionomías de los canales auditivos (en orientación, diámetro, tamaño, etc.)

Para asegurar la protección frente a los niveles de ruido a los que se exponen los trabajadores, es importante que el protector auditivo tenga un buen ajuste. De no hacerlo, no se alcanzará la atenuación acústica prevista y quedaremos expuestos a los niveles de ruido perjudiciales.

En el caso de personas con cabezas grandes o muy pequeñas, será necesario la selección de diseños de orejera específicos o de ajustes específicos, sobre todo si utilizan orejeras acopladas a un casco. Si utilizamos una orejera, la colocación y disposición del protector debe garantizar que la zona almohadillada cubre por completo el pabellón auditivo y que el arnés de cabeza permite que se ejerza una fuerza adecuada sobre las almohadillas.

También, habrá que tener en cuenta el uso simultáneo de otros EPI como cascos de protección, gafas (de protección o no), protección respiratoria, etc., que puede entorpecer la protección que ofrecen los protectores auditivos.

Cómo comprobar las protecciones auditivas

Para asegurarnos de que la protección auditiva se ajusta correctamente, lo mejor es verificarlo a través de algunos de los métodos, que pueden ser mecánicos, acústicos, subjetivos u objetivos.

A continuación vemos algunos de los más comúnmente utilizados de entre los descritos en la norma EN 458:2016.

  • Método de micrófono en el interior del oído: es un método objetivo que utiliza un micrófono dual (acoplado al protector que se ensaya) que mide el nivel dentro del canal y fuera. Este método emite sonidos en las siete frecuencias de referencia.
  • Audiograma con y sin los tapones puestos: es un método subjetivo que evalúa el umbral auditivo a diferentes frecuencias.
  • Equilibrio de volumen: es un complejo método subjetivo en el que el usuario se expone a una señal acústica y se le pide que equilibre el volumen entre los dos oídos con y sin tapones.
  • Fuga de aire: es un método objetivo para los tapones premoldeados, que mide la diferencia de presión entre exterior e interior del protector auditivo y mide caídas de presión en el interior del canal auditivo con el tapón puesto.

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